Corea del norte, el libro.

10/1/19 10:30 AM

         Durante mucho tiempo pensé en visitar Libia, pero la de Muammar Gaddafi, quería ver si todas las historias que contaban, tanto buenas como malas, eran realidad o propaganda... Luego llegó la primavera árabe y todo se fue al carajo, literalmente.

         Otro país que también he soñado con visitar e incluso busqué precios y agencias de viajes es, la República Popular Democrática de Corea o como se le llama por estos lares —y a disgusto de su gente— Corea del norte. No es una tarea fácil, primero hay que buscar una agencia que te lleve (Koryo), que no se puede ir por la libre, luego a pesar de que somos inchipinchi de la China Continental, hay que pedirles visado de tránsito. De aquí a la China deben ser mínimo unas diecisiete horas y luego dos horas y pico a Pyongyang. Y eso solo es en tiempo, pero cuando comiencen a hacer cuentas, verán que  hay que ahorrar. Todavía sigo con ganas de ir y tengo la aprobación de mi esposa, así que solo falta el dinero.

         Y de repente, por casualidades de la vida, he recibido en correo un libro de Marc Bernabé “Corea del norte. Puerta abierta al país más enigmático del mundo” impreso por Norma Editorial. Sabía que Marc había ido dos veces, la primera de paseo y la segunda por el Maratón Internacional de Pyongyang, lo que me tomó por sorpresa fue que estuviese escribiendo un libro.

         La RPDC siempre ha sido mal vista por los gringos desde la época de Kim il Sung, y toda la publicidad que se le ha hecho, viene siempre marcada por sus tintes. Lo claro es que a EE.UU. solo le gusta que sus amigos tengan misiles nucleares, no así sus enemigos. La retórica con la que los tratan no ha variado en mucho tiempo. Pero la diferencia que una cabeza nuclear hace, es drástica, Sino preguntenle a Granada, Vietnam, Irak, Iran y Panamá entre muchos de los países invadidos para “restablecer los valores democráticos”, países que por cierto, no tenían bombas atómicas.

         Bernabé aborda el tema desde un punto de vista neutral en el que nos relata sus vivencias y trata de alejarse de ambos extremos de los discursos imperantes, no habla del “eje del mal” ni del “paraíso soñado” y esto es precisamente lo que hace que valga la pena leerlo.


Sus sensaciones, no puntualizaciones.

         Hay muchos guías de viajes que explican cosas que hacer y que no, lugares que visitar, costos y un poco de historia. Este no es una guía, es un relato de lo que ha visto y sentido su autor, tratando de contrastar la información que nos llega a los que estamos afuera, contra las sensaciones del lugar y su gente.

         Debo aceptar que no soy de viajar en tours, las dos únicas veces que tuve que hacerlo fue a China Continental y Japón. Y el contraste es espectacular, mientras que en mis viajes una vez terminados los paseos a las 7:00 u 8:00 de la noche, era libre para salir a hacer el tonto hasta la mañana siguiente y a los guías les importaba poco. Gracias a Marc sabemos que en la RPDC, no es así. La monitorización por parte de los guías es constante y se aprende rápidamente que el no seguir las instrucciones puede ser contraproducente para ambos. Incluso narra —COMIENZA DESTRIPE— Como en una ocasión mientras entrenaba, ciudadanos que lo vieron correr, llamaron para reportar al extranjero raro que andaba en ropa interior por la calle 🤣🤣🤣 —DESTRIPE FINALIZADO— A eso es a lo que llamamos verdaderos Vecinos Vigilantes.

         Evidentemente, hay visitas obligadas, como las ofrendas en las estatua colosales de Kim Il Sung y Kim Jong Il, que puede sentar bien o no al turista de turno. Pero definitivamente que la arquitectura monumental está por todas partes y es algo que vale la pena ver.

         Y no es solo eso, existen museos de historia y militares, además de los distintos puntos de interés como montañas y playas. No creo que el turismo sea una gran fuente de ingresos para el país, pero en algo ayudará. Pero volviendo al libro, su lectura es placentera y refrescante ya que las experiencias vividas se contrastan precisamente con la propaganda recibida. Comentando precisamente esto con Marc, llegábamos a la conclusión que para nosotros, el punto de vista nos ha llevado a ver a la RPDC como Orwelliana (1984), pero esto no nos impedía darnos cuenta que nosotros vivimos de SOMA a punta de pala en el mundo de Huxley.

         Si buscan detalles sobre qué hacer, cuánto cuesta y cómo visitarlo, para eso están las guías de viajes. Este libro es para disfrutar, en caso que jamás les haya pasado por la mente ir a RPDC, pues saben cómo es y en mi caso que deseo ir, tener en cuenta los lugares que mantenerme lejos —COMIENZA DESTRIPE— casi al final del libro se menciona un lugar en que el hotel se quedó sin fluido eléctrico en la noche, en mi caso, por problemas de salud necesito un respirador para dormir, una noche sin electricidad podría significar amanecer muy de malas y correrme el chance de hacer algo que termine cabreando a los guías, a mi o al gobierno. 🤣🤣🤣 —DESTRIPE FINALIZADO—.

         El libro también cuenta con una gran cantidad de ilustraciones y fotografías, por desgracia y como el propio autor relata, hay muchos lugares o eventos en los que no se permite llevar cámaras o móviles (que además no tendrán conexión) para hacer fotografías, lo que es una pena. Tal vez con las nuevas relaciones entre EE.UU. y RDPC las cosas mejoren y sea más fácil visitar el país para poder formarnos nuestra propia visión, mientras tanto, el libro de Marc cumple el propósito de darnos un primer pantallazo antes de tomar el vuelo que nos levante el velo de misterio que lo envuelve.


El libro en Papel

         Soy definitivamente un lector de vieja guardia, a pesar de que leo muchas cosas en digital, prefiero la comodidad de sentarme en cualquier lado a leer (y rayar) los libros que caen en mis manos. Algo que me encantó es que apenas se abre la portada tienes un mapa de la capital, Pyongyang, por lo que enseguida comienzas a sentirte en el lugar, a adentrarte en el tema. Mi esposa lo comenzó a leer apenas llegó y me confesó que era “adictivo” que le gustaba mucho la forma de narrar de Marc. Yo lo he ojeado por encima y me he deleitado con la calidad de las imágenes, que no es lo mismo verlas un una tableta con compresión para hacer que el pdf sea manejable, a impresas en un libro como tal.

         Es un libro que puedo recomendar si temor a dudas a las personas que quieran conocer sobre RPDC sin sesgos de izquierda o derecha. Sin embargo, hay que recordar que vemos lo que nos dejan ver, a pesar de esto puedo decir que ha sido agradable poder leer sobre el país sin “escuchar” como la pasa el pueblo de mal (versión gringa) ni de bien (versión estatal). Además es entretenido e informativo y ha renovado mis ganas de ir, ahora solo queda ahorrar.