Es un cómic que se aleja del denominador común, creo que se debería clasificar en la categoría de “Cómic-Arte” si es que tal cosa existe, estaría al lado de Satori de Guillermo Meza McKensie.

       Con 176 páginas en blanco y negro, la historia es fácil de seguir e inventar. Algo que me ha fascinado es el silencio que evoca, ¿les dije que carece de texto? Es una concatenación de imágenes que le permite al lector “crear” tu propia historia y localizarlo geográficamente donde tu cerebro desee. Yo, por algo que no puedo entender la pensé sucediendo en Japón y estoy seguro que cuando le dé la segunda “leída” la imaginaré de otra forma.

       Incluso he pensado que un buen proyecto sería crear un biombo con sus viñetas, que son grandes, tan grandes como las páginas del libro. Vamos, que es algo que no se puede imaginar hasta que lo tienes en las manos y comienzas a degustarlo.

        De verdad que es un libro recomendable, al carecer de texto me parece impropio decir que “recomendamos su lectura”, pero lo que no se puede permitir es no echarle un ojo, estoy seguro que muchos disfrutarán de lo ingenioso y diferente.