Reseña: Invisible Men.
9/7/20 6:39 PM
La historia del racismo en EEUU es conocida por todos, la historia de que algunos negros se hiciesen pasar por blancos para tener acceso a estudios, trabajo y ventajas entre otras muchisimas cosas, no tanto (véase el caso de George Herriman, creador de Krazy Kat) y por supuesto, la completa desaparición de los que trabajaron cómics, mucho peor.
Si me dijeran que en el 2021 solo puedo comprar un libro, definitivamente sería este, para los estudiosos del cómic es obligatorio tenerlo en la biblioteca privada, ya sea en formato físico o digital. He aprendido no solo sobre esos pioneros del cómic que muchas veces ni siquiera podían firmar los trabajos, que independientemente de la calidad de su trabajo se le mantenía escondido o ni siquiera se le contrataba, pero peor aún, para los que trabajaron durante la Segunda Guerra Mundial, lo hacían con la certeza de que cuando acabase y regresasen los blanquitos, perderían el trabajo.
Trabajar en cómics no tenía el mismo valor en aquella época que el de nuestros días y la mayoría de los dibujantes de la preguerra lo veían como un trabajo más para poder comer, esto a pesar de los grandes nombres que trabajaron en esa época, que eran artistas, pintores, escultores, graduados de carreras técnicas y que por su calidad de dibujo engrosaban las filas de las editoriales que hacían cómic y tiras para periódicos.
Algo que me pareció triste es la dificultad que se encuentran los investigadores al tratar de identificar a los autores, ya que las obras no se firmaban, debido a que las editoriales no querían que se asociara una historia o personaje a cierto autor, para poder reeplazarlo de ser necesario. Por ende, preferían obviar los créditos, en especial si eran dibujados por negros, lo que podía afectar la comercialización del producto... Para que luego digan que el racismo no es una mierda.
Algo impresionante es que hace dos o tres semanas estaba conversando con el colega Guillermo Meza McKenzie sobre autores de cómic en Panamá… los dos que se conocen de la década de los 70-80 y resulta que Charles Haynes emigró de Panamá a Nueva York en 1917, partiendo del puerto de Cristobal en el S.S. Panamá, tocará ver si el registro público tiene alguna información o si era de otro país, pero se embarcó desde aquí.
Además, existe una mención de otro personaje cuyos padres vinieron desde Barbados a trabajar en el Canal y de aquí emigraron a Nueva York, que en ese tiempo era la cuna del cómic.
Son dieciocho creadores a los que se mencionan en el libro, no son todos los que trabajaron, pero si los precursores, aquellos que por lo que leyeron antes tuvieron que luchar para hacer lo que les gustaba, hacer malabares entre dos o tres trabajos para poder subsistir con sus familias. Algunas historias son muy emocionantes, otras tristes tanto en el ámbito del cómic como en el personal. La vida misma reflejada en estos autores.
Me repetiré una y otra vez, pero es que este libro vale la pena, hacía tiempo que no me sentía tan a gusto con un libro académico, he aprendido cosas que no sabía y he conseguido más ejemplos para mi clase de Historia del cómic, porque si algo tiene este tochito es bastantes ejemplos del trabajo de sus autores, en forma de imágenes sueltas, pinturas, ilustraciones y comics completos, ya que en aquella época estos podían ser 18 caras, 8 páginas de las nuestras.
He decidido dejar las imágenes en pequeño para que puedan apreciar más de lo que normalmente pongo, porque señores, este libro lo vale.