Quiero agradecer a Gungnir Entertainment por permitirme leer esta chupacabrística historia.

        ¿Por dónde comenzar? Debo admitir que el frikismo se apoderó de mi ser, cuando leí “Chupacabra” tenía que saber de qué iba la historia. Eso de crecer con uno de los primeros mitos en los albores de la era de internet (El Chupacabra apareció en Marzo del 95) tiene su je ne sais quoi. Además, el ca***n visitaba más países de los que uno soñaba.

        A lo nuestro, Chupacabra: Tales of blood and ink es una historia divertida que trata de presentar los orígenes del animalico de una forma “creible” y mezclado con aventuras de adolescentes. Las típicas dudas de crecimiento y los problemas que se vuelven lugar común en esa edad.

        El personaje principal se hace atractivo, además que se utiliza la ruptura de la cuarta pared para que el lector se sienta en sintonía con las peripecias por las que pasa. El cierre con el camino a escoger es un poco clisé, pero se perdona, precisamente porque la historia está bien narrada y no se siente forzada a pesar de lo fantástica.

        El aspecto gráfico es muy bueno, primero porque me recuerda a una xilografía por las líneas gruesas y negras que marcan los trazos, además los espacios entre viñetas están colorizados de negro, lo que se aleja del común de los cómics. Los personajes son caricaturescos pero funcionales para la trama, la principal se siente amigable e incluso podemos agregar que su personalidad de adolescente está bien estructurada. Chupacabra: Tales of blood and ink tenía las últimas páginas sin colorizar, pero como es un avance del libro final, no se si saldrán así en la última versión, pero funcionan a la perfección y quise incluir una. Algo que canta mucho es la portada, al verla esperaba que las ilustraciones fuesen ‘manguescas’, pero en realidad se alejan un montón de dicha estética. He quedado con ganas de saber cómo continuará esta aventura, tendremos que estar pendientes.